Corregir la mirada

Conexión Interior-Ps. Francisco Carmona - A podcast by Francisco Carmona Romero

Durante siglos hemos visto a Dios como un ser enojado y siempre dispuesto a castigar a sus hijos, a la creación entera y si es necesario, a destruir todo. Durante muchos siglos, el miedo ha sido el fundamento de nuestra relación con Dios. Hoy, muchas personas viven con un temor inmenso su vida espiritual. No se atreven a pensar diferente, a cuestionar las cosas que les han enseñado; en su interior, se angustian porque sienten que al escuchar cosas distintas se están alejando de Dios y, como consecuencia, tendré el castigo merecido. En realidad así es, cuando abrimos la mente para comprender de un modo diferente a Dios y a la Vida, nos alejamos de la imagen de Dios y de la vida que teníamos anteriormente. Eso produce angustia y muchas personas piensan que, volviendo a lo viejo están mejor. Otros, cuestionan y lo hacen desde una rebeldía desmesurada que en lugar de construir una relación sana con Dios termina llevando a una ruptura de la relación con Él, Dios se convierte en una amenaza. Desde hace muchos años aprendí que, una visión deformada De Dios también deforma nuestra visión de la vida, de las relaciones y de nosotros mismos. Lo anterior, siempre me ha parecido apasionante. Ignacio de Loyola vivió su vida buscando en todo la voluntad de Dios y haciendo las cosas para mayor gloria de Él. ¿Qué le permitió a este hombre vivir de tal forma? La respuesta es la siguiente: “la relación con Dios hace necesaria la purificación de los afectos”.  Las heridas afectivas, en lugar de acercarnos a Dios, nos orientan hacia el mal y, por la misma razón, nos alejan de Dios. La única forma de relacionarnos auténticamente con Dios es desde la libertad afectiva. Del mismo modo, en las relaciones interpersonales, nos encontramos más a gusto, cuando nos hacemos responsables de nuestro dolor interno. Quien siente angustia y temor de alejarse de Dios porque se atreve a cuestionar la historia conocida buscando la verdad en ella; en realidad, esta proyectando sobre Dios la imagen agresiva de uno de sus padres o, de ambos. Me ha resultado muy iluminadora la expresión de Freud y Fritz Perls: “cuando un sistema niega a sus miembros el contacto con sus necesidades profundas, por temor o incapacidad de satisfacerlas, recurre al rigorismo moral como estrategia de sobrevivencia”. En ocasiones, muchas personas se sienten más tranquilas ante sus necesidades si las ven como pecado antes que, un llamado a la responsabilidad. Dios no nos trata como a niños sino como a adultos capaces de tomar las mejores decisiones. La venida de Cristo al mundo fue necesaria para introducir la corrección que el mal y el dolor introdujeron en la humanidad deformándola y privándola de su sentido último. Cuando Dios prohibe a Adán y Eva comer del árbol del bien y del mal esta haciendo algo que corresponde a la relación que, hasta el momento había entre Él y su criaturas. Cuando Adán y Eva toman la decisión de comer de ese fruto están actuando como adultos.   La reacción que viene después es el miedo. Ese miedo distorsiona la relación con Dios. Dios se da cuenta que, no puede tratar más a Adán y Eva como niños. Adán y Eva perciben a Dios como un ser enojado; proyectan sobre Dios la angustia que les generó el crecimiento. Muchos jóvenes, en lugar de asumir su responsabilidad con la vida, acusan a sus padres. Escuché a un joven hablar pestes de su padre, contaba todo el maltrato que recibía, cómo lo humillaba; un día, me di cuenta que el padre le había dicho que se pusiera a trabajar que ya no iba a pagar más sus gastos. Imagino a Dios diciéndoles a Adán y Eva: ustedes ya están listos para enfrentar la vida y a éstos contando: Dios nos echó, nos humilló. Nosotros tomando partido en favor de Adán y Eva. Cuando vemos las cosas como son, algo cambia en nuestra vida. La cuestión está en que, muchas veces, preferimos cerrar los ojos porque nos resulta más cómodo andar como víctimas que como seres responsables....

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