Renuévame por dentro

Conexión Interior-Ps. Francisco Carmona - A podcast by Francisco Carmona Romero

El Salmo cincuenta, atribuido al rey David, expresa el sentimiento más profundo que se pueda albergar cuando se descubre que se ha estado viviendo para un propósito diferente al que se ha elegido vivir. “Oh, Dios, crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu firme. No me arrojes lejos de tu rostro, no me quites tu santo espíritu”. San Ignacio de Loyola nos enseño que: “el hombre es criado para alabar, hacer reverencia y servir a Dios nuestro Señor y, mediante esto, salvar su ánima…” [EE 23]. A continuación dice un experto en espiritualidad: “Ignacio de Loyola propuso el Principio y Fundamento al comienzo de los Ejercicios Espirituales, como método para encontrar a Dios y ganar en libertad interior con el fin de adiestrar los sentidos hacia su voluntad. El Principio y Fundamento, por tanto, constituye la mínima materia prima (principio) con la que alguien inexperto podría empezar a considerar su vida, y así empezar a fundar (fundamento) un edificio de decisiones vitales sobre cimientos realmente sólidos” En muchas ocasiones, el ser humano desvirtúa el sentido y fundamento de su existencia. En lugar de vivir para Dios, el ser humano elige, con bastante frecuencia, vivir para el Ego, para sí mismo, pervirtiendo la auténtica razón para la cual existe en el mundo. Dice Ignacio: la finalidad de todas las cosas son contribuir a la salvación de nuestra alma. Joan Perichec explicando el principio y fundamento de los ejercicios ignacianos dice: cuando elegimos vivir para Dios estamos eligiendo darle sentido a nuestra vida. Salvar nuestra alma es, llenar de sentido esa sed, conseguir que, apuntando a Él, nuestro para se descentre de nuestro ego y apunte hacia los demás. Cuando no actuamos así, ese para o deseo de absoluto se llena irremediablemente de consumos que nunca dan sentido, más bien vacían, dedicando tanta energía y recursos en saco roto”. A veces, comenzamos un proyecto con una intención y en el camino nos vamos desviando. Cuando esto sucede es, Dios quien deja de guiar nuestra vida porque nosotros le hemos dado prioridad a nuestro Ego. Escuche el siguiente comentario: “cuando conocí a la que hoy es mi esposa soñaba con tener una familia y dedicarse a ella, cinco años después, me dice que: renunció a sus sueños por estar conmigo y nuestros hijos. Ahora quiere ser empresaria y dice que, ese fue su sueño de toda la vida”. ¿Qué sucedió? Cuando le pregunté a la mujer responde: “me cansé de darlo todo”. En alguna ocasión, cuando estaba en la vida religiosa, el maestro de novicios repetía una y otra vez: “la muerte de la vocación, cualquiera que sea, comienza y termina en la falta de generosidad. Insistía: quien deja de mirar a Dios, su llamado, para centrarse en sí mismo, termina necesariamente abandonando el proyecto y sumiéndose en las quimeras que ofrece el Ego. Decía el autor del eclesiástico: “vanidad de vanidades, todo es vanidad”. Completa otro autor: “cuanto todas las quimeras desaparecen, descubrimos que lo único importante, por lo que vale la pena arriesgarse hasta el final de la vida, no está en lo que nos ofrece el Ego sino en vibrar y vivir en consonancia con el amor”. Otro autor más dice: “lo único que vale la pena vivir y por la que siempre estaré dispuesto a arriesgarlo todo es, por una vida centrada en el amor” Para volver a estar en sintonía con nosotros mismos y con la fuerza divina que nos habita es, necesario desprenderse del Ego y sus tesoros y volver nuestro corazón a lo fundamental, a lo que tiene sentido. Para lograrlo es fundamental repetir como el salmista: “Oh, Dios, crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu firme. No me arrojes lejos de tu rostro, no me quites tu santo espíritu”.

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