53 Puñaladas. Un Bebé sin Nombre. El Crimen de Silvia Acebal

La tarde del 1 de agosto de 2019, en la calle Genaro Suárez Prendes, en el barrio de Nuevo Roces, el apartamento de Silvia Acebal estaba envuelto en un silencio absoluto. Las cortinas, cerradas parcialmente, apenas permitían que la luz del sol asturiano se filtrara en la estancia, iluminando de manera tenue un espacio cargado por el calor del verano, que parecía haberse estancado dentro de la vivienda. Silvia estaba sola en su hogar. Nadie, ni siquiera las personas más cercanas a ella, conocía un secreto que llevaba meses guardando. Daniel, su pareja, se encontraba trabajando en su turno en la fábrica y desconocía completamente la situación. Tampoco su madre, ni su hermana, ni sus amigos estaban al tanto. Durante nueve meses, Silvia había mantenido oculto su embarazo. Había recurrido a prendas de ropa holgadas para disimular los cambios de su cuerpo y ofrecido explicaciones vagas sobre supuestos problemas de salud cada vez que surgía alguna pregunta. El apartamento reflejaba, sin que nadie lo supiera, el silencio de un proceso íntimo, que hasta ese momento había permanecido invisible para todos. Cada objeto, cada rincón, parecía participar de esa rutina de discreción, que marcaba una distancia entre Silvia y quienes la rodeaban, sin que ellos tuvieran la menor idea de lo que estaba sucediendo dentro de su vida.