1121 - Isaías 8. Confianza en la palabra de Dios. Is 8:20

Descansando en Dios - A podcast by Francisco Atencio

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1121 – Is 8:20 – Isaías 8. Confianza en la palabra de Dios.¡A la ley y al testimonio! Si no dijeren conforme a esto, es porque no les ha amanecido.La palabra de Dios tomó la forma de cuatro mensajes breves en Isaías 8: (M1) La señal de Maher-salal-hasbaz (Is 8:1-4). Una vez más, Jehová usó el nombre de un niño para comunicar su palabra. El significado de este nombre: “El despojo se apresura, la presa se precipita”, aseguraba la derrota de Damasco (Siria) y Samaria (Israel) por las tropas asirias. (M2) Jerusalén y Judá serían atacadas por Asiria (Is 8:5-10). Los asirios cubrirían la tierra causando destrucción como la de una inundación (Is 8:5-8a) o un ave de rapiña (Is 8:8b) pero no prevalecerían, porque el Santo de Israel estaba con su pueblo (Is 8:8b-10). (M3) Jehová sería salvación (santuario, refugio) para los que confían y castigo (tropezadero) para los incrédulos (Is 8:11-15). La única forma de escapar de la vara disciplinaria era poniendo su confianza en el Señor. (M4) Confíen en la Palabra del Señor exclusivamente (Is 8:16-20). “A la ley y al testimonio” es el llamado a confiar en Jehová, el Dios vivo y verdadero (Is 8:16, 20a). Era inútil buscar el consejo de los adivinos (Is 8:19) porque Dios ya había hablado. Solo “El consejo de Jehová permanecerá para siempre” (Sal 33:11).I. El peligro. Judá estaba en angustia, porque Siria e Israel habían hecho alianza contra ella. También muchos en Judá estaban indiferentes a la casa de David, y estaban en secreta simpatía con los enemigos de su país. “Desechó este pueblo las aguas de Siloé, que corren mansamente” y se regocijaron en la gloria de un rey pagano (Is 8:6). Habían desechado, menospreciado el consejo, la palabra de Dios “las aguas de Siloé” ¿Con qué partido debía aliarse el profeta, el hombre de Dios? Este problema es el que confronta hoy a la Iglesia. Hay una alianza en contra de ella: partidos organizados de ateos prácticos. Dentro de la Iglesia están aquellos que desechan “las aguas de Siloé (el Evangelio de Jesús), que corren mansamente”. Demasiado mansas para los enemigos secretos del Reino de Dios, y de su Cristo, y que prefieren las caudalosas y turbulentas aguas de los placeres y política del mundo que “no permanecerán” (1Jn 2:15-17).II. El remedio. Consistía en: 1. Una revelación. “Jehová me enseñó que no caminase por el camino de este pueblo” (Is 8:11). Judá había perdido la visión y comunión con Dios y como resultado, estaban tratando de asociarse con un próspero reino pagano. Pero la Palabra de Dios al profeta fue “que no caminase por el camino de este pueblo”. La Iglesia tiene que escoger entre separarse para Dios o entrar en alianza con las agresivas fuerzas de la incredulidad. 2. Una reprensión. “No llaméis conspiración. ni temáis lo que ellos temen, ni tengáis miedo” (Is 8:12). La Palabra de Dios nos advierte de no emplear el lenguaje de los impíos. “No digáis.” No caigáis en su lazo, no en su espíritu ni obras. No temas al enemigo por su número, organización, propuestas y propaganda. Ellos “tropezarán, y caerán, y serán quebrantados” (Is 8:9-10). Solo confiemos en “Emanuel, Dios con nosotros” (Is 8:8). 3. Un consejo. “A Jehová de los ejércitos, a Él santificad; sea Él vuestro temor, y Él sea vuestro miedo” (Is 8:13). “Santificar a Jehová de los ejércitos” es colocar a Dios como el único en quien confiar, es “santificad a Dios el Señor en vuestros corazones” (1Pe 3:15a). Confiemos en la Palabra de Dios. Nuestro Señor dijo: “Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad… Y por ellos yo me santifico a mí mismo” (Jn 17:19),