Episodio 51S: Yael Trusch, Cargando espejos y panderetas

Jewish Money Matters - A podcast by Yael Trusch

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B”H Un mensaje de inspiración para la fiesta de Pesaj. “Shleppeando” o cargando espejos y panderetas: una perspectiva femenina sobre la redención. El “shlepp” o “shleppear” no es una cosa judía. Sino, una cosa de las mujeres judías – ¡digamos ¡es algo femenino! Dice la Mishná en Pesajím, “Bejol dor v’dor chayav adam lirot, et atzmo keilu hu yatza mi Mitzraim-” “En cada generation la persona debe de verse a si mismo como si hubiera salido de Egipto.” (Mishnah, Pesachim 10:5) Nuestros sabios explican que esto es una directiva personal – tenemos que creer que nosotros, cada uno, individualmente, vivenciamos la Redención de Egipto. De hecho, la creencia en la redención es un pricipio fundamental en el judaismo, tan así que es uno de los “trece principios de fe” establecidos por el Rambám, Maimonides. Creemos en la redención. Somos llamados “maaminim, b’nei maaminim” – creyentes, hijos de creyentes. El Talmud dice en Sota, que “por el merito – zchut- de las mujeres rectas de la generación, nuestros antepasados fueron redimidos de Egipto.” ¿Qué fue lo que hicieron las mujeres para recibir este mérito? El Midrash pinta una imagen muy interesante. Durante el apogeo de la esclavitud de nuestra nación en Mitzrayim, Paró – el faraón – decretó que los hombres no podían volver en las noches a sus casas y tenían que permanecer en el campo trabajando. Las mujeres judías entonces pescaban peces, los preparaban y salían a darle de comer a sus maridos. Junto con el alimento, cargaban espejos de cobre, se adornaban y se miraban en sus espejos, seducíendo a sus maridos desalentados y quebrantados. H bendecía a las parejas y como resultado de sus esfuerzos en seducir a sus maridos, las mujeres quedaban embarazadas con partos multiples. Como si esto no fuera suficientemente extraño, miremos lo que sucedió a continuación. Cuando la nación judía estaba lista para construir el Mishkán (el tabernáculo en el desierto) y todos los judíos contribuyeron hacia su construcción con entusiasmo, las mujeres donaron sus espejos de cobre – esa fue su contribución. ¡Los mismos espejos que habían “shleppeado” – cargado – desde Egipto! Moshé no quedo contento con esta contribución – de hecho no le pareció nada apropiada. Los espejos estaban relacionados con vanidad, con deseo físico y mas. ¿Qué lugar podían tener en la Casa Santa de Hashem? Sin embargo, Di-s le dijo a Moshe, “Acéptalos, pues estos espejos son mas preciados para Mi que cualquier otro regalo, pues através de ellos, las mujeres criaron generaciones en Egipto.” (Rashi sobre Shemot 38:8) Ahora, no nos podemos olvidar de otra ocurrencia curiosa que ocurrió luego de que salimos de Egipto – la escena del baile de las mujeres después de la apertura del mar rojo. La nación entera alabó a Hashem con canto y baile. Pero, las mujeres? Las mujeres llevaron esta celebración a otro nivel… ¡usaron panderetas! ¿¡Que!? ¿De dónde salieron las panderetas? Alabando a las mujeres judías, el Midrash contesta que Miriam y las mujeres habían preparado estas panderetas en Egipto! ¡Osea! ¿Que no tenían suficiente shlep – suficiente que andar cargando – incluyendo por supuesto sus espejos de cobre? ¿No salieron con apuro? Y no olvidemos que habían tenido partos multiples – cada una tenía al menos seis hijos que shlep y cuidar. A ver, ¿quién tenía tiempo de preparar y empacar panderetas!? Estos espejos y panderetas nos dan una vision profunda y poderosa sobre la redención y sobre nuestras vidas como mujeres judías mas allá del Seder de Pesaj. Las mujeres no fueron dignas de, responsables de, la redención de nuestro pueblo por que se embellecieron con espejos, ni por que cantaron y bailaron con panderetas. El mérito de las mujeres judías estuvo en lo que representan estos espejos y estas panderetas: su fe inquebrantable.