DIA 114 - Nacimiento de Samuel
La Biblia en Un Año (con el pastor Julian G.) - A podcast by Julian Gamba

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Hoy estaremos leyendo 1 Samuel 1 y 2, Juan 14 y el Salmo 74:7-13. El libro de 1 Samuel comienza con una historia de angustia y fe. Ana, una mujer estéril y humillada, ora con amargura de alma pero también con total entrega. En el templo, hace un voto: si Dios le da un hijo, lo dedicará completamente a Él.Dios escucha su oración, y nace Samuel, cuyo nombre significa “pedido a Dios”. Ana cumple su promesa y lo entrega al servicio del Señor.En 1 Samuel 2, Ana eleva una oración de alabanza que se convierte en una declaración profética de la justicia y soberanía de Dios. En el verso 2 declara:“No hay santo como el Señor. No hay otro Dios, ni hay roca como nuestro Dios” (NTV).Esta historia nos recuerda que cuando entregamos a Dios lo más valioso, Él lo usa para propósitos eternos.Reflexiona: ¿Qué estás dispuesto a consagrar completamente a Dios? ¿Estás trayendo tu dolor a Sus pies o solo tu queja? La oración que nace del quebranto puede dar fruto para generaciones.En Juan 14, Jesús habla palabras de consuelo a sus discípulos. Él sabe que su partida los dejará confundidos y heridos. Pero les asegura:“No dejen que el corazón se les llene de angustia. Confíen en Dios, y confíen también en mí” (v. 1).Y en uno de los pasajes más poderosos del Evangelio, Jesús dice en el verso 6:“Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie puede ir al Padre si no es por medio de mí.”Luego promete enviar al Espíritu Santo como Consolador y Maestro. No los dejará huérfanos.Y en el verso 27, les deja una paz que el mundo no puede dar:“Les dejo un regalo: paz en la mente y en el corazón. Y la paz que yo doy es un regalo que el mundo no puede dar. Así que no se angustien ni tengan miedo.”Reflexiona: ¿Estás buscando paz en tus circunstancias o en Su presencia? ¿Estás confiando en Jesús como el único camino, o aún estás intentando construir el tuyo?El Salmo 74 sigue siendo una oración en medio de una gran devastación. El templo ha sido profanado, el enemigo ha destruido lo sagrado, y el pueblo siente que Dios está distante.En el verso 9, el salmista confiesa:“Ya no vemos señales de tu presencia; no hay nadie que sepa cuánto tiempo durará esto.”Pero en medio del dolor, aún hay memoria. En el verso 12, declara con fe:“Tú, oh Dios, eres mi rey desde tiempos antiguos; tú has traído la salvación sobre la tierra.”Y en el verso 13, recuerda el poder de Dios que abre los mares y derrota al caos.