DIA 120 - El día de Pentecostés
La Biblia en Un Año (con el pastor Julian G.) - A podcast by Julian Gamba

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Hoy estaremos leyendo 1 Samuel 13 y 14, Hechos 2:1-21 y el Salmo 77:1-6. En 1 Samuel 13, Saúl enfrenta su primera gran prueba como rey. Con los filisteos amenazando, se impacienta esperando a Samuel para ofrecer el sacrificio, y decide hacerlo él mismo. Cuando Samuel llega, le dice:“Hoy el Señor habría establecido tu reinado sobre Israel para siempre, pero ahora tu reino debe terminar” (1 Samuel 13:13–14, NTV).La desobediencia de Saúl no fue solo un error táctico, fue una rebelión contra el orden establecido por Dios.En contraste, en 1 Samuel 14, su hijo Jonatán actúa con audacia. Con solo su escudero, ataca un puesto filisteo confiando plenamente en Dios, diciendo:“Quizás el Señor actúe a favor de nosotros, porque para él no es difícil salvar, ya sea con muchos o con pocos” (1 Samuel 14:6, NTV).El acto de fe de Jonatán desata confusión en el campamento enemigo y lleva a una gran victoria.Reflexiona: ¿Estás actuando por impaciencia como Saúl o por fe como Jonatán? La obediencia a Dios y la confianza en su poder siempre abrirán puertas que el impulso jamás podrá alcanzar.En Hechos 2, llega el día de Pentecostés. Los discípulos están reunidos cuando de repente un estruendo del cielo llena la casa y son todos llenos del Espíritu Santo, hablando en diferentes idiomas conforme el Espíritu les daba.La gente se agolpa, confundida y asombrada. Pedro se levanta y explica que esto es el cumplimiento de la profecía de Joel:“En los últimos días —dice Dios—, derramaré mi Espíritu sobre toda la gente” (Hechos 2:17, NTV).Lo que parecía locura para algunos, era en realidad el nacimiento de la Iglesia empoderada para testificar de Jesús al mundo.Reflexiona: ¿Estás viviendo lleno del Espíritu o solo tratando de hacer la obra de Dios en tus fuerzas? Hoy puedes pedir ser renovado para ser su testigo en poder y verdad.El Salmo 77 comienza con un alma en angustia. El salmista dice en el verso 2:“Cuando estaba en graves dificultades, busqué al Señor; toda la noche oré con las manos levantadas hacia el cielo, pero mi alma no encontró consuelo.”El dolor puede hacer que hasta recordar los días de bendición sea amargo. Pero el clamor no es un signo de derrota, sino un acto de fe: es decirle a Dios, aun en la desesperación, “yo sigo buscando tu rostro.”